martes, 24 de marzo de 2009

La Muerte en la Vida

La muerte en la vida
Miguel Martí

Italia se conmocionó. Un padre logró autorización judicial para desconectar a su hija, en coma desde hacía años, de los aparatos que la mantenían artificialmente con vida. Escuché a alguien comentar que fue lo correcto porque, de por sí, “ya estaba medio muerta”.
El comentario es equivocado: una persona puede estar medio viva, pero jamás medio muerta. Cuando la muerte sobreviene lo hace de manera absoluta, total, completa. Jamás se presenta a medias. El antropólogo Carlos Castañeda escribió varios libros basados en sus diálogos con el chamán mexicano don Juan. En una de esas conversaciones, don Juan le dice: “la muerte es un acto impecable”.
Es además la única certeza. Pero en Occidente –quizá con la excepción de México- nos esforzamos por no tenerla presente, por no asumirla. Cuando Edipo supo que había matado a su padre y compartido el lecho con su madre, se sacó los ojos. ¡Nos negamos a ver lo que nos duele, o lo que nos asusta! Es lo que los psicólogos llaman “negación”. Parece que la mayoría vivimos nuestras vidas como si no nos fuéramos a morir…hasta el día cuando nos anuncian una enfermedad terminal.
Recientemente se proyectó una película con Jack Nicholson y Morgan Freeman, cuyos personajes, en fase terminal, se apresuran a vivir en pocos días, lo que no vivieron en toda su vida. La moraleja es simple: hay que vivir la vida como si nos fuéramos a morir.
Sin embargo, así enunciado, el tema sigue expresando un cierto deseo de atenuar la realidad; porque la muerte no es un condicional; es una certeza absoluta. De manera que, para decir las cosas como son, la forma adecuada de expresarlo es la siguiente: “Vivamos; porque vamos a morir.”
Elizabet Kubler-Ross, fundadora de los cuidados paliativos, dedicó su vida a la atención de pacientes terminales. Y correctamente le puso a su último libro el título de: “Lecciones de Vida”. En realidad, solo podremos vivir con autenticidad nuestras vidas hasta que asumamos concientemente nuestra muerte.
Si a usted le dijeran hoy que tiene 6 meses de vida, ¿qué haría? Si lo que le sale del alma hacer es dejar a su pareja, alejarse de pseudo-amistades, renunciar al empleo, hacer el viaje que siempre soñó pero jamás concretó; correr a pedir perdón a alguien, etc., entonces el problema no es su muerte; el verdadero problema es su vida.
Por el contrario, si al recibir la noticia de su muerte inminente, usted siente que está con la pareja que ama; que está en paz con la gente con la que hay que estar en paz, que su trabajo le proporciona satisfacción, que hizo ya al menos uno de los viajes que soñó, en fin; que no tiene que hacer apresuradamente en unos meses lo que dejó de hacer en toda una vida, entonces usted podrá abrazar la terminación de la vida con alegría, sin miedo, en paz.
Le he escuchado decir a especialistas en tanatología que, aunque parezca misterioso, cada quien muere como vivió. Cada quien tiene la agonía que merece.
Lo esencial no es prepararse para la muerte; lo esencial es prepararse para la vida. Si lo hacemos así, la muerte deja de ser un terror y se convierte en un criterio: nos ayuda a decidir cómo vivir. Para quien la vida fue fuente de plenitud y alegría, la muerte es la culminación natural de la existencia. Para quien no vivió así, es el espejo implacable de su fracaso.
Para descansar en paz, hay que vivir en paz.

Nada podrá contra la vida

Nada podrá contra la vida.
Por Miguel Martí

Estoy seguro que a muchos nos asaltó la duda; que muchos nos hicimos la pregunta.
Teniendo grabadas en nuestra memoria y en nuestro corazón las escenas dramáticas y terribles del terremoto muchos nos habremos preguntado: ¿a partir de cuándo se puede volver a reir, cuánto tiempo ha de transcurrir para expresar alegría?
Las fiestas de Palmares se pospusieron una semana; y aún así mucha gente consideró que era prematuro; que el país aún necesitaba más tiempo para el duelo. ¿Cuánto más? ¿Cómo se determina? ¿Quién decide?
Quienes hemos sufrido la muerte de un ser querido hemos experimentado en carne propia la sensación de que no es justo que mientras nos agobia el sufrimiento, la vida parece transcurrir como si nada hubiera pasado.
Como pasajeros en un tren, desde el interior de nuestro dolor vemos como afuera la gente sigue yendo al trabajo; las parejas se besan, el futbol continua, se hacen las compras en el mercado, se llenan los bares. Y sentimos que es injusto; que la vida cotidiana no tiene por qué seguir como siempre fue; que mi sufrimiento lo menos que amerita es que la vida se detenga, aunque sea un minuto, a compadecerse de mí.
Y quizá en ese mismo instante nos golpea con fuerza la constatación brutal de que la vida jamás se detiene. ¡Ese es el milagro! ¡Esa es la angustia!
¿Es atinado suspender festejos cuando golpea la tragedia? Quizá sí; quizá no. El protocolo, las buenas costumbres y el sentido común dirían que sí. Para mí, la pregunta es: ¿debe posponerse la felicidad ante la tragedia? ¿Debe censurarse la alegría cuando campea el dolor y la muerte?
Víctor Frankl me ayudó a acercarme a mi respuesta. De su experiencia en los campos de concentración nazis aprendió lo esencial que es mantener el buen humor y la alegría. De ahí surgió su idea central: la vida depende del sentido que seamos capaces de darle.
Así, el dolor y el sufrimiento podrían ser fuente de crecimiento personal o espiritual; o podrían lanzarnos a la desesperación. Como también ganarse la lotería podría ser causa de felicidad o de tragedia.
Mantener o posponer o cancelar las fiestas de Palmares podría no haber significado nada. O mucho. ¿Le dimos algún sentido?
Para mí lo esencial es que nos preguntemos: ¿Cómo país, qué sentido le damos a la tragedia vivida con el terremoto? ¿Qué nos enseña? ¿Qué queremos que nos enseñe? ¿A partir de ella podemos ser mejores?
Quizá hacernos esas preguntas y buscar honestamente las respuestas, es mejor que observar actos formales y vacíos de luto.
Siendo muy joven leí unos versos del poeta guatemalteco Oto René Castillo que se me incrustaron en el alma y desde entonces se convirtieron como en un faro que me guía. Dice el poeta: “Nada podrá contra la vida, y nada podrá contra la vida, porque nada pudo jamás contra la vida”.
La vida jamás se detiene; no la detienen ni las tragedias, ni los sentimientos de culpa. ¡Nada puede contra la vida! Lo esencial es vivirla dándole sentido.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Globalización: ¿Todos somos uno?

Globalización: ¿todos somos uno?
Miguel Martí

En las filosofías orientales se enseña desde hace siglos: todos somos uno.
¿La globalización tiene relación con ese principio? Como casi todo en la vida, la respuesta depende de la definición. La mayoría de ellas enfatiza el aspecto económico, y apuntan a señalar que, de manera creciente, las economías de los países son interdependientes.
Me parece que las definiciones de globalización que solo se centran en la interdependencia económica son parciales. También las que tienden a equiparar la globalización con las relaciones internacionales. Una vez escuché a alguien decir que la globalización empezó con Marco Polo. No coincido. Con ese criterio podríamos decir que en realidad comenzó con Alejandro el Magno. Intercambios entre pueblos y naciones han existido casi desde los albores de la humanidad; pero la globalización es algo distinto, y es muy reciente.
Me encontré con otra definición que me pareció genial, propuesta por un profesor sueco: “La globalización es el proceso mediante el cual el mundo se convierte en un solo lugar”.
Desde la primera vez que la ví me asombró por su sencillez y su profundidad. Apunta a procesos que incluyen, pero trascienden, lo meramente económico. En virtud de la globalización, todos vamos ahora a estar en el mismo lugar. La categoría es espacial; no económica. Pero espacial en un sentido mucho más profundo que el geográfico.
Por una parte, podemos decir que si todos estamos en el mismo lugar; entonces nadie está “en otro”. No hay foráneos, no existen extranjeros; nadie está “afuera”; todos estamos “adentro”. Todos somos compatriotas, (o complanetas). Implica que todos compartimos el mismo lugar; es decir, debemos aprender a vivir juntos; no solo como vecinos, sino como habitantes de la misma casa.
Para retomar lo dicho antes, Marco Polo estaba en un lugar -Italia- y viajaba y comerciaba con gentes que estaban en otro lugar –China.
Antes de la globalización, Noruega y Nicaragua; Bhután y Brasil, Rusia y Ruanda, estaban en lugares distintos. Ahora están en el mismo. El tipo de relación que la globalización va construyendo es más profunda que el mero intercambio comercial. Es mucho más que comerciar; se trata de convivir.
Imagínese que, en su propia casa, tenga que convivir con chinos, egipcios, húngaros, bolivianos, australianos, malasios y ticos.


No cabe duda que la convivencia implicará un difícil aprendizaje. Tendrán que darse múltiples conflictos e innumerables malentendidos, hasta que, poco a poco, empezarán a encontrar lo que tienen en común; a respetar y tolerar lo que tienen de diferente; y poco a poco se pondrán de acuerdo en las normas básicas que todos deberán observar.
Antes era quizá más fácil. Yo me asomaba a la ventana y desde la seguridad de mi casa, podía observar, con disgusto o con placer, cómo vivían mis vecinos. Podía salir de mi casa, ir a la de ellos, tomar un café y, a pesar de las diferencias, podía estar tranquilo, porque sabía que podía regresar a la seguridad de mi hogar; a lo conocido, a lo mío.
El patriotismo trasnochado desempeña esa función hoy en día. Conforme se va haciendo más evidente que “otros” están entrando a vivir a mi casa; me aferro al recuerdo de lo que fue en el pasado; cuando yo estaba solito dentro de ella, sin sentirme amenazado. Idealizo lo que fue “mi hogar” (la patria, la etnia, la religión, la ideología, etc.) para intentar justificar mi deseo de expulsar a los “extraños”.
Otra alternativa es redefinir, ampliándolo, el concepto de “casa”. Ahora no es solo “mi” casa, es la nuestra, la de todos. Parafraseando a Sartre, podemos decir que, en virtud de la globalización, estamos condenados a vivir juntos. La suerte de uno, se decide en la suerte de los otros. Cada quien acude a su individualidad para enriquecer la interacción con los demás; no para imponer la propia y descalificar las otras.
Ni la principal potencia del mundo pudo sustraerse a esta creciente realidad. Su fallido intento de unilateralismo no sirvió para solucionar ni uno solo de sus grandes problemas. Por el contrario, los agravó.
Aún estamos en las etapas iniciales del proceso de aprender a convivir en el mismo lugar. Son momentos de conflicto y de malentendidos. Pero existe un vector histórico que parece irreversible: finalmente aprenderemos a respetarnos, y a construir en conjunto las normas que a todos nos contengan y nos expresen. Ir forjando la unidad en la diversidad; sin anularlas mutuamente.
Dice Kenichi Omahe que los artistas, poetas y escritores a menudo prevén intuitivamente el futuro. En relación con este tema no pude menos que recordar al argentino Jorge Luis Borges, y su clásico cuento El Aleph. En el sótano de una casa de la calle Garay en Buenos Aires aparece un Aleph. ¿Y qué es un Aleph? Es un punto que contiene todos los puntos del universo.
Gracias a la globalización humana, social, cultural, política y económica todos los puntos del mundo, poco a poco, convergen al mismo lugar. ¿Estamos en proceso de ser uno?

domingo, 9 de noviembre de 2008

Ciencia y tolerancia

Ciencia y Tolerancia
Miguel Martí
En la tradición cultural de Occidente, lo que nos dice la ciencia influye de manera significativa en la visión de mundo imperante. No es un proceso mecánico o lineal, pero lo cierto es que desde la ciencia se modelan imágenes, metáforas y símbolos de lo que somos y podríamos ser. La religión, la filosofía, la ética y la estética reciben y reflejan esa influencia. (También influyen en el quehacer científico.)
Cuando Galileo afirmó que es el Sol, y no la Tierra, el que ocupa el centro de nuestro sistema, de alguna manera contribuyó a que se cuestionara el papel central del Papado. Cuando Newton nos reveló las leyes que rigen el movimiento de los cuerpos, presentándonos una visión del Universo como si fuera un perfecto y predecible mecanismo de relojería; Carlos Marx pensó posteriormente que la historia y los movimientos sociales pueden también explicarse gracias a “leyes objetivas.”
El paradigma mecánico newtoniano también contribuyó a fortalecer, por una parte, la idea de que existe una realidad “objetiva”, separada del sujeto que la conoce y; por la otra, la noción de que solo existe un enunciado, y solo uno, que pueda ser “verdadero”.
Pero en el siglo XX todo cambia. La ciencia deja de presentarnos un mundo predecible, objetivo y ordenado.
Cuando la mirada se dirige al macrocosmos, se nos habla de “relatividad”, que el tiempo y el espacio no están separados, ni existen como realidades “objetivas”.
Cuando la mirada se dirige al microcosmos, a lo que ocurre en lo profundo de los átomos; se nos habla que la energía puede ser simultáneamente una onda (inmaterial) y una partícula (material). Cuando usted tira una piedra a un lago, se forma una onda de agua. A nivel cuántico, ¿la onda es una onda de qué? La respuesta es extraña: es una onda de probabilidad.
Y mucho más extraño aún es que ya se demostró experimentalmente uno de los postulados más sorprendentes de la física cuántica: ¡una partícula puede estar al mismo tiempo en dos sitios distintos!
En lo que se conoce como “la Interpretación de Copenhague”, en honor a su principal exponente, el danés Nils Bohr, se postula que entre el sujeto que conoce y el objeto conocido no hay separación. En el plano cuántico, ¡la respuesta depende de la pregunta!
Posteriormente, el alemán Werner Heisenberg postuló el principio de incertidumbre. Demostró científicamente que siempre se altera el objeto al momento de conocerlo, de manera que es imposible el conocimiento “exacto” y “objetivo”.
Y quizá lo más asombroso es que se postula que, en el plano cuántico, los sucesos ocurren solo cuando interviene un sujeto que observa. Se describe un campo cuántico como “potencialidad pura” que finalmente “colapsa” en una realidad determinada (colapso de la función onda) cuando interviene un sujeto que la observa. La implicación es, en verdad, difícil de digerir en toda su magnitud: ¡¡creamos la realidad “objetiva”a partir de nuestros pensamientos!!
En sí misma, la cuántica es paradójica: no existe teoría científica que haya sido sometida a tanta verificación experimental y haya salido siempre exitosa mientras que, al mismo tiempo, sus enunciados e implicaciones siguen siendo causa de tanta polémica.
Lo que parece estar claro es que en el plano de la realidad sensible; que la física clásica describe y explica, existen leyes “objetivas”, que sujeto y objeto están separados, que solo puede existir un enunciado que sea verdadero y los demás son falsos con relación al mismo objeto; que efectivamente se puede “conocer” esa única verdad; que a cada causa corresponde un efecto; y que todo es previsible.
Pero es igualmente claro que existe otro plano de realidad, donde sujeto y objeto están unidos, donde las cosas manifiestan “probabilidades”, no certezas; donde la potencialidad contenida puede colapsar en múltiples posibilidades, no en una sola; donde no existe relación mecánica y lineal entre causa y efecto; donde la incertidumbres es un rasgo esencial (ontológico) de la realidad; no un accidente o un error.
Si trasladamos todo esto al ámbito de la vida cotidiana podríamos decir que existen planos de existencia donde es válido pretender que solo puede existir “una” verdad; por ejemplo, cuando se trata de la ley. O se cumple, o no se cumple.
Pero en gran medida la vida parece discurrir más por la vía de la cuántica: existe más incertidumbre que certeza; hay más probabilidad que determinismo, hay más potencial que fatalismo. Más que “una verdad única” hay respuestas múltiples que dependen de los innumerables sujetos que preguntan.
En democracia, la diversidad y potencialidad contenida, finalmente “colapsa” en el contrato social. Al nivel del contrato social, expresado en el Estado y las leyes, en la moral imperante, etc., funcionan, por así decirlo, categorías y valores que resultan de la visión clásica de la física.
Pero existe otro plano de existencia que es igualmente real: el de la creatividad, el de la diferencia, el de la incertidumbre, el de múltiples verdades, el de la potencialidad que no debe ahogarse o reprimirse. Debemos y podemos aprender a combinar sabiamente ambos planos, en lugar de pretender que uno es “mejor” que el otro. O peor: imponer uno y negar el otro.
Es por ello que la tolerancia parece ser una forma de conducta más alineada con lo que parece ser la vida en sus niveles más profundos. Porque no olvidemos que, en definitiva, lo más importante que la ciencia del siglo XXI nos dice es que todo, absolutamente todo, está interconectado: ¡Lo que le hagás al otro, te lo hacés a vos!

viernes, 31 de octubre de 2008

La Alianza Ciudadana por el Sí

Ponencia publicada en el recién presentado XIV Informe Estado de la Nación.

LA ALIANZA CIUDADANA POR EL SI

INTRODUCCION
Cuando, en respuesta a una consulta que le fue planteada por José Miguel Corrales, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) falló que el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana sí podía ser sometido a referendo, se puso en marcha un proceso absolutamente inédito en la historia política de Costa Rica.
El primer referendo realizado en nuestro país planteó a la ciudadanía el desafío de tener que decidir sobre un asunto de extrema complejidad.
La naturaleza variada y compleja de los temas que regula el Tratado hace que solo unos pocos “técnicos” lo entiendan; resulta oscuro, opaco, resistente a ser comprendido por la gente común. De hecho, algunas personas que tuvieron prominente participación, ya sea a favor o en contra, me admitieron que jamás lo leyeron, y otros me dijeron que desistieron de hacerlo porque era prácticamente imposible entenderlo.
Y no obstante lo anterior, la sociedad costarricense se dividió casi exactamente a la mitad; unos para aprobarlo, otros para rechazarlo, y todos promoviendo un grado de movilización y de participación ciudadana que no se veía en Costa Rica desde la década de los 40.
Tuve la fortuna de participar directamente, desde la trinchera, en este histórico episodio de nuestra historia republicana, y gracias a la solicitud que me hiciera El Estado de la Nación, ahora tengo la oportunidad de plasmar vivencias, experiencias y reflexiones sobre el referendo, vividas desde el bando de quienes impulsamos el Sí.
ANTECEDENTES
Siendo candidato a la presidencia, Oscar Arias fue claro en señalar que, una vez electo, una de sus prioridades sería lograr la aprobación del TLC.
Las negociaciones del Tratado se realizaron de enero del 2003 a enero del 2004, durante la administración de Abel Pacheco y fue firmado por Alberto Trejos, Ministro de Comercio Exterior de dicha administración en enero del 2004. El gobierno de Abel Pacheco, durante los dos primeros años de su administración (2002-2004) apoyó decididamente las negociaciones y en los restantes dos años del mandato, cediendo ante la presión de diversos grupos sociales –especialmente de sindicatos ligados al sector público, le quitó el apoyo, mostrando una posición ambigua y diletante que se evidenció en el envío para su discusión y votación a la Asamblea Legislativa solo hasta en octubre del 2005.
Así, cuando el Presidente Arias asumió su mandato, en Mayo de 2006, el TLC tenía más de dos años de haberse aprobado[1], siete meses de estar en la Asamblea Legislativa y se acercaba peligrosamente a la fecha límite para ratificarlo (Marzo del 2008). Costa Rica enfrentaba la posibilidad real de quedar fuera del TLC con Estados Unidos, nuestro principal socio comercial.
Creo que es importante tener muy presente este factor; -el del poco tiempo del que se disponía para su ratificación- porque creo que fue un elemento clave que condujo a la realización del referendo.
La estrategia del gobierno consistió en construir una delicada alianza con los partidos que apoyaban al TLC: el Partido Liberación Nacional (PLN); la fracción legislativa del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC); el Movimiento Libertario (ML), el Partido Restauración Nacional, y el Partido Unión Nacional; alianza que le dio exactamente los 38 votos que requería para que el TLC fuera ratificado, y por ello, apostó todo a lograr su ratificación en el Congreso.
Los opositores, en cambio, fueron más allá. Su estrategia ciertamente incluía la acción parlamentaria, pero desde años antes, cuando el tratado aún se negociaba, empezaron a organizar a grupos de la sociedad civil contra él.
En el Congreso, la oposición al TLC la ejercían el Partido Acción Ciudadana (PAC), el Partido Frente Amplio y el Partido Accesibilidad Sin Exclusión (PASE). Su estrategia parlamentaria, posibilitada por el Reglamento de la Asamblea Legislativa, consistía en retrasar indefinidamente su votación, y el de las Leyes de la Agenda de Implementación[2] necesarias para su entrada en vigencia, de modo que venciera el plazo y quedáramos fuera.
Muy pronto se hizo claro para el gobierno y los partidos favorables al TLC, que los opositores al mismo lograrían su cometido en el Congreso.
Su respuesta, coherente con su estrategia, se limitó exclusivamente al ámbito legislativo, y consistió en adoptar la llamada “Vía Rápida”, basándose en una interpretación del reglamento, que posteriormente fue avalada por la Sala Constitucional, que aceleraba significativamente el proceso de discusión del TLC. Ahora era factible su ratificación antes del vencimiento del temido plazo; aunque no había manera de garantizar que así sería.
Los opositores, fieles a su estrategia, reforzaron su trabajo directo entre los ciudadanos. Se multiplicaban expresiones de rechazo entre diversos sectores sociales, especialmente entre académicos y estudiantes universitarios, sindicatos y empleados públicos; temerosos de que, con la aprobación del TLC, se consolidaría un modelo de desarrollo que, según ellos, debilitaría –hasta destruirlo—el estado social de derecho, la solidaridad y la justicia social, en favor de la creciente acumulación de riqueza entre los empresarios exportadores y sus aliados políticos.
En el Congreso, los opositores al TLC debieron concluir que la aplicación de la “Vía Rápida” efectivamente podría impedir el éxito de su estrategia dilatoria; aunque tampoco lo podían garantizar.
Así, en ambos bandos reinaba incertidumbre, mientras crecía la sensación de que en el Congreso ninguna de las partes podría imponerse a la otra. Los mecanismos de la democracia representativa parecían no ser capaces de conducir al país hacia una resolución de la situación.
El gobierno, por su parte, reforzaba, a través de campañas en los medios, la presión sobre los diputados opositores para obligarlos a que permitieran que el TLC fuera sometido a votación lo más rápido posible[3]. El TLC se convirtió en el tema casi exclusivo del gobierno, que, en la práctica, tuvo que dejar en un segundo nivel de prioridad los demás proyectos que impulsaba.
En este contexto de virtual estancamiento, ocurrió un hecho que nadie previó: un destacado dirigente del PLN, opositor del TLC, José Miguel Corrales, consultó al TSE si el TLC podía ser sometido a referendo. El TSE respondió positivamente.
La consulta hecha por Corrales no dejaba de ser sorprendente: las encuestas entonces mostraban que la mayoría de los ciudadanos apoyaban el TLC por un margen de diferencia de alrededor del 30%. ¿Por qué, entonces, sectores opuestos al TLC pensaban en acudir a un referendo?
Creo que la respuesta remite, de nuevo, al factor tiempo.
Corrales pensaba que, sumado el tiempo de recolección de las firmas, -10% del padrón electoral- más el tiempo de discusión legislativa sobre la convocatoria a referendo, más el tiempo necesario para organizarlo, sería suficiente para evitar que el TLC se votara antes del plazo establecido.
Solo en el contexto de esta estrategia se puede entender el hecho de que Corrales y otros dirigentes del NO reaccionaran con virulencia contra el gobierno y contra el mismo TSE, cuando el Ejecutivo, en una acción que los opositores no anticiparon, decidió pedir al Congreso directamente que se convocara al referendo, sin necesidad de esperar a que se recogieran las firmas para que dicha convocatoria se hiciera por iniciativa ciudadana[4].
El gobierno se apresuró a pedir al Congreso la realización del referendo porque, por una parte, adivinó el carácter esencialmente dilatorio de la acción de Corrales, y por la otra, confiaba en lograr una cómoda victoria, como lo parecían indicar las encuestas.
Fue así como, en respuesta a la solicitud que le hiciera el Poder Ejecutivo junto con un grupo de diputados, el Tribunal Supremo de Elecciones convocó en abril del 2007 a la realización del primer referendo en la historia de Costa Rica. Casi dos millones y medio de costarricenses tendrían que decidir en las urnas si Costa Rica sería parte del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, Centroamérica y la República Dominicana.
LA ALIANZA CIUDADANA POR EL SI
Primero durante su campaña electoral y luego desde la Presidencia, Oscar Arias asumió de manera directa y visible el liderazgo en favor de la aprobación del TLC en la Asamblea Legislativa.
Por eso pareció natural que, al ser convocado el referendo, el Presidente Arias designara a su entonces Ministro de la Producción, Alfredo Volio, para que fuera el coordinador de todas las organizaciones que trabajarían por el Sí.
Y en un hecho que no deja de ser sorprendente, todas esas organizaciones, que incluían a partidos políticos, cámaras empresariales, comerciantes detallistas y solidaristas, entre otros, aceptaron de manera unánime a Alfredo Volio para que desempeñara esa función.
Una vez que renunció a su cargo de Ministro y asumió sus funciones de coordinador, Alfredo Volio se dio a la tarea de integrar un Comité Ejecutivo en el cual apoyarse para impulsar el trabajo.
El Comité Ejecutivo estuvo integrado por representantes del PLN, del ML, de la fracción legislativa del PUSC y del Partido Unión Nacional; sí como por UCCAEP, y por individuos a título personal como Juan Rafael Lizano, Francisco Chacón, Lionel Peralta, Mauricio Naranjo y el suscrito, entre otros.
De hecho, el Comité fue designado por el propio Alfredo Volio, quien invitó a cada uno de quienes finalmente lo integraron. Fue un proceso “de arriba hacia abajo”; no fue el resultado de alguna Asamblea de amplia participación que eligió a ese Comité Ejecutivo y éste, a su vez, a su Coordinador.
Conciente de las circunstancias de su nacimiento, en su primera reunión el Comité discutió tres temas: qué nombre darle a la naciente organización; la necesidad de constituir un amplio foro que le diera legitimidad, y cuál sería su estructura interna.
En cuanto a lo primero, el Comité decidió que su nombre sería “Alianza Ciudadana por el Sí”. Con ese nombre se pretendió transmitir la imagen que se trataba de una organización que trascendía a los partidos políticos y a las cámaras empresariales. Se quería evitar que se creara la impresión de que la Alianza era una instancia de “ricos y empresarios”; sino que, en verdad, expresaba los intereses de un amplio abanico de sectores empresariales, sociales y políticos.
En cuanto a lo segundo, y en coherencia con lo primero, se constituyó un “Consejo Nacional” de la Alianza Ciudadana por el Sí, con participación de estudiantes, intelectuales, agricultores, solidaristas, pequeños comerciantes y personalidades, que se sumaban a los partidos y a las cámaras empresariales.
Fue este Consejo Nacional el que anunció oficialmente ante la prensa nacional la constitución de la Alianza Ciudadana por el Sí, en un acto celebrado en Mayo del 2007 en Pueblo Antiguo.
Y en cuanto a su estructura interna, se adoptó una estructura similar a la que adoptan los partidos para las campañas electorales. (ver Anexo #1).
En cada una de estas comisiones participó gente designada por los partidos y las organizaciones, así como por gente que simplemente se ofrecía a trabajar a favor del TLC.
LA COMPLEJIDAD POLÍTICA
De nuevo, queremos enfatizar el carácter inédito de esta experiencia. Por primera vez, varios partidos políticos, cámaras empresariales, estudiantes, pequeños comerciantes y agricultores, entre otros, debían trabajar juntos. Y hacerlo sobre la base de construir consensos, porque nadie tenía “autoridad” para imponer cursos específicos de acción a los otros.
Desde un punto de vista político, la Alianza expresaba la siguiente paradoja: debía ser suficientemente independiente de la casa Presidencial como para que los partidos políticos distintos del PLN y otras organizaciones, -las Cámaras, especialmente- no se sintieran como simples instrumentos del Presidente; pero el Coordinador General de la Alianza había sido designado por el Presidente y a él le debía lealtad.
Alfredo Volio pronto sintió esta difícil situación; lo que explica por qué adoptó un rol casi opuesto al que asumió el Coordinador del NO, el rector del ITCR, Eugenio Trejos.
Mientras que Trejos fungió en la práctica como “el candidato del No”, Alfredo Volio evitó asumir ese papel; señalando en aquel entonces explícitamente a quien esto escribe, que si lo hacía sería acusado por los partidos distintos del PLN de asumir un protagonismo que, de hecho, fortalecería al Presidente Arias; y, para hacer la situación aún más compleja, sectores del PLN ya empezaban a insinuar que ese cargo sería la plataforma electoral de una precandidatura de Volio, impulsada “por los Arias”.
El Consejo Nacional de la Alianza Ciudadana por el Sí, que pretendía darle legitimidad a la organización, y transmitir una imagen de amplitud, se reunió una sola vez –para anunciar la creación de la Alianza- y jamás volvió a hacerlo.
En la práctica, solo funcionaron el Comité Ejecutivo y sus comisiones.
El Comité Ejecutivo
En un principio, asistían al Comité Ejecutivo representantes de todos los partidos. Sin embargo, pronto dejaron de asistir de manera sistemática el ML y el partido de Echandi. Solo quienes representaban a la fracción legislativa del PUSC y al PLN continuaron participando de manera activa y constante.
Es importante destacar la situación del PUSC: su cúpula formal, presidida por Luis Fishman, era partidaria del NO; su fracción legislativa, enfrentada a las autoridades formales de su partido, era partidaria del Sí; y su principal dirigente, Rafael Angel Calderón, se cuidó siempre de mantener una posición ambigua que le permitiera moverse entre ambos.
Para los dirigentes del PUSC agrupados en torno de su fracción legislativa, el referendo les bindó la oportunidad de impulsar un trabajo de base para “recuperar a los mariachis de siempre”, como me lo dijo Rodolfo Méndez Mata.
También se expresaban las dificultades internas del PLN. En una ocasión, su entonces Secretario General, René Castro, informó a los miembros del Comité sobre las labores de organización y de movilización que impulsaba entre los dirigentes del partido. Sin embargo, una vez que se retiró, otro representante del PLN –exdiputado- nos advirtió que “no perdiéramos de vista que René era desconocido entre la dirigencia y que tenía poca capacidad de movilizarla”.
Pero el Comité Ejecutivo fue más que los partidos. En él tuvieron participación destacada representantes de organizaciones, así como también personas a título individual.

LA COMPLEJIDAD OPERATIVA
El Comité Ejecutivo estableció varias comisiones, siguiendo el modelo tradicional de las campañas electorales, tales como Finanzas, Comunicación, Día Sí, etc. Un primer tema que debió abordarse era el papel que jugarían esas comisiones. ¿Sería un papel de coordinación? ¿Sería un papel de ejecución?
Para algunas áreas de trabajo se decidió que el papel de la comisión respectiva sería de “coordinación”; como, por ejemplo, en transportes. Era claro que quienes tenían la capacidad de organizar el transporte el día del referendo eran los partidos políticos –especialmente el PLN- y que la Alianza no podía ni debía pretender asumir por sí misma la ejecución de esa tarea.
Pero incluso la “coordinación” demostró ser muy complicada. A menudo se discutía en el Comité Ejecutivo que a nivel de las dirigencias de base, militantes de un partido rehusaban reunirse con militantes de los otros partidos.
Para otros casos, se decidió que la Alianza tomaría en sus propias manos la ejecución de tareas específicas. Tal fue el caso de Finanzas y Comunicación.
Coordinada por José Rossi, la Comisión de Finanzas se dio a la tarea de recoger donaciones para financiar las actividades de la Alianza. Este campo demostró ser igualmente complejo. La Alianza recibía dinero, pero ¿cómo se distribuiría? ¿A quién?
Como no se trataba de una campaña electoral, múltiples organizaciones impulsaban motu proprio actividades a favor del Sí, y solicitaban el apoyo financiero de la Alianza: los partidos políticos, diversas cámaras empresariales, grupos de estudiantes universitarios, etc.
Pero además, quien quisiera donar fondos para apoyar el TLC, podía darlos a la Alianza Ciudadana por el Sí, pero también podía darlo directamente a un partido político o a una cámara empresarial, o cualquier grupo que quisiera. Y como el TSE, invocando lo establecido por la ley de referendo, únicamente se limitó a pedir rendición de cuentas exclusivamente sobre la compra de pauta publicitaria en medios, ni la Alianza, ni los partidos, ni las cámaras, ni ninguna otra organización que recibía donaciones para impulsar acciones de apoyo al Sí, tenían que rendir cuentas al Tribunal sobre recursos que se destinaban a otras cosas distintas de la compra de pauta en medios.
Tampoco existía la necesidad o el requisito de un estricto control, para después solicitar “reembolso”, porque en el caso del referendo no existe pago de deuda política por parte del Estado a las organizaciones participantes.
Lo que queremos enfatizar es que la Comisión de Finanzas de la Alianza Ciudadana por el Sí, solo captó una parte de todos los recursos económicos que se movilizaron para apoyar el TLC. Y sobre esos recursos, únicamente dio cuenta sobre lo gastado en compra de pauta publicitaria en medios; sobre lo demás, ni dio, ni tenía que dar cuenta al TSE. A mi juicio, la experiencia vivida nos enseña que el tema de lo dispuesto en la Ley relativo a la financiación de referendos requiere ser revisado para asegurar verdadera transparencia. (En el NO debió darse una situación similar).
Como era de esperar, múltiples organizaciones solicitaron recursos a la Alianza. Para intentar un mínimo de racionalidad y de control en la distribución y la utilización de esos recursos, se exigía a cada solicitante que presentara un detallado plan de trabajo y el presupuesto respectivo. Así, la Comisión de Finanzas y Alfredo Volio decidían a quién se le daban fondos, y en qué monto. Pero, reiteramos, sobre la mayoría de esos fondos, no se rendía cuentas, ni al TSE, ni al resto de los miembros del Comité Ejecutivo.
Una parte de esos recursos se destinaron al PLN, y, en menor medida, al PUSC, al ML y al partido de Echandi.
También se apoyaron acciones para capacitar a conferencistas; se ayudó a los solidaristas, y a grupos estudiantiles universitarios, entre otros. Igualmente, se destinaron recursos para financiar acciones de comunicación, paneles telefónicos, actividades en internet, signos externos, campañas publicitarias, etc.

LA COMUNICACIÓN
El Comité Ejecutivo tomó la decisión, apoyada por todos sus integrantes, que la Comisión de Comunicación formularía una Estrategia General de Comunicación que sería llevada a la práctica por la misma Alianza Ciudadana por el Sí. Es decir, habrían mensajes, transmitidos por una diversidad de medios, que “llevarían la firma” de la Alianza.
Pero también todos los participantes, y en especial los partidos políticos, aceptaron que esa sería una “estrategia paraguas”, bajo la cual ellos impulsarían sus propias campañas; de manera de poder garantizar un mínimo de consistencia entre todos los mensajes. Así, la multiplicidad de acciones de comunicación, servirían para reforzar conceptos comunes, y evitar crear confusión o, peor aún, contradicción.
La Comisión de Comunicación, en la que participé, presentó su estrategia al Comité Ejecutivo, que la aprobó.
Conceptualmente, la estrategia giraba en torno de tres grandes ejes que se enunciaron así: “Educar, Motivar, Movilizar”. Y como recurso creativo, se decidió que el mensaje clave sería simplemente la palabra “Sí”.
Para evitar que se creyera que el TLC era una especie de “fórmula mágica” que todo lo arreglaría, se decidió adoptar un slogan que decía: “El TLC, nuestra gran oportunidad”. Con ello se quería transmitir la idea que con su ratificación, lo que se nos abría era una oportunidad; pero que hacer realidad esa oportunidad demandaba de nosotros, como sociedad, tomar muchas acciones en muchos campos.
En su ejecución táctica, el plan contemplaba una primera fase de “educación”, de unos tres meses y medio de duración; privilegiando medios escritos (folletos, volantes,) internet, y una intensa labor de charlas, debates, etc. ; para transmitir información, refutar mitos y mentiras y mostrar de manera racional beneficios de aprobar el TLC, o consecuencias negativas si era rechazado.
Propusimos hacerlo así, basados en lo que nos decían las encuestas, que claramente señalaban que una mayoría abrumadora de los costarricenses (alrededor del 90%) pedía información, “quería entender”.
Una segunda fase sería de “motivación”, de unos 15 días de duración antes del día del referendo, que implicaba el uso intenso de publicidad masiva en radio, prensa escrita y TV, y que sería fundamentalmente emotiva, para “calentar” a los votantes y generar entusiasmo.
Y la última etapa era la de “movilizar”; es decir, un llamado final, en los últimos días, a que fueran a votar.
Para la primera etapa se acordó crear tres textos principales de comunicación, que serían distribuidos en la forma de folletos, volantes, e internet, y que darían los elementos necesarios para que los conferencistas pudieran explicar en charlas, debates, mesas redondas, etc, lo esencial del TLC y las razones para aprobarlo.
Esos textos fueron:
“El ABC del TLC”, del que se imprimieron alrededor de 1 millón de ejemplares. Fue un texto breve dirigido a personas con poca educación, como también lo fue el segundo: “¿Qué pasa si no pasa?”
El tercer texto, de unas 36 páginas, fue dirigido a personas de mayor educación, y pensado, sobretodo, para quienes irían a debatir con los del NO, o simplemente a convencer a otros de votar por el Sí. Ese texto se tituló “¿Por qué Sí?”, y se imprimieron alrededor de 20 mil ejemplares. (Ver Anexo #2)
Sin embargo, muy pronto aparecieron los obstáculos para la correcta ejecución de la estrategia. Algunos grupos se impacientaban de no ver campañas masivas publicitarias, y exigían que se hicieran cuanto antes.
La Comisión de Comunicación, por su parte, resistía a esas presiones, explicando que, si lo que 90% de los ciudadanos estaban exigiendo era “entender”, o sea, información basada en aspectos racionales; sería contraproducente salir prematuramente con mensajes publicitarios masivos basados en emociones.
Resultado de esa presión a favor de una campaña masiva aparecieron los primeros spots publicitarios. (Se trató del anuncio en que salió Hernán Medford pidiendo el voto para el Sí)
Los partidos decidieron actuar por su cuenta. El PUSC publicó campos pagados para asociar al NO con Cuba, Chávez y Daniel Ortega.
Personalmente me reuní con sus responsables para expresarles mis reservas sobre la eficacia real de mensajes basados en promover un anticomunismo ya trasnochado. Me explicaron que sus bases necesitaban ser motivadas, y que una campaña “de pelea” lo haría.
También la justificaron diciendo que el NO basaba su comunicación en generar miedo. Aseguraron que así lo hacían porque el NO afirmaba, que con el TLC, entre otras cosas, se privatizaba la CCSS, se privatizaba el agua, se legalizaba el comercio de armas de guerra y de órganos humanos, se obligaría a los campesinos a pagar por el uso de semillas, etc.
EL ML, por su parte, también inició una campaña propia.
Y finalmente, el PLN decidió contratar a la misma agencia publicitaria que años antes le hizo la campaña a Otón Solís. Esa agencia publicitaria fue directamente contratada por el PLN, porque la resistencia para hacerlo que hubo en el Comité Ejecutivo de la Alianza fue muy fuerte. Un argumento de mucho peso fue que otras agencias publicitarias de gran prestigio en el país, ofrecieron sus servicios al costo; mientras que esa cobraba una elevadísima suma. Por ende, si se le pagaba a La Argolla, perderíamos la colaboración de todas las demás.
Fue así que bajo la coordinación del PLN , La Argolla produjo “la campaña de los corazones”.
No vamos a analizar la efectividad de cada una, pero sí podemos afirmar que el resultado combinado de todas ellas no condujo a la transmisión de un mensaje coherente, entendible y motivante. El resultado más probable fue, en el mejor de los casos, el de provocar confusión y; en el peor, provocar rechazo.
Las encuestas parecen respaldar esa afirmación: al convocarse el referendo, la ventaja del Sí con respecto al NO era de unos 30 puntos. Finalmente, el Sí ganó por un margen de 3 puntos. Es decir, el resultado práctico real de las campañas del Sí, fue el de provocar pérdida de apoyo para su causa.
Además de una campaña de comunicación que perdió todo sentido estratégico, que careció de un mínimo de consistencia, y que no transmitió mensajes claros, relevantes y motivantes, hubo un hecho en particular que afectó mucho: la publicación de un correo electrónico del Vicepresidente Kevin Casas y del diputado Sánchez, dirigido al presidente Arias, en el que pedían represalias contra diversos alcaldes, diputados y dirigentes quienes se negaban a asumir una actitud proactiva de apoyo al TLC.
Si la divulgación pública de este correo electrónico, en sí misma, causó grave daño a la causa del Sí; el manejo que del tema hizo la Casa Presidencial del asunto también contribuyó a que el impacto fuera mayor.
En efecto, ni el Vicepresidente presentó su renuncia de inmediato, ni el Presidente se la pidió. Por varios días se prolongó el furor y la indignación ciudadana, haciendo que el daño fuera mayor.
Finalmente, forzado por la presión política y social (incluso de parte de organizaciones y de partidos que apoyaban al TLC) el Vicepresidente presentó su renuncia.
El daño que este tema provocaba para la causa del Sí continuó prologándose en el tiempo porque, por su parte, el diputado Sánchez no presentó su renuncia. De hecho, nunca lo hizo y sigue siendo miembro de la Asamblea Legislativa.
Es importante describir el contexto dentro del cual el Vicepresidente Casas y el diputado Sánchez escribieron ese correo electrónico.
Las encuestas mostraban que el Sí perdía apoyo, mientras que el NO ganaba adeptos. Pero a pesar de esa situación, los partidos políticos, y en especial el principal llamado a asumir el peso mayor de la tarea, el PLN, aparecían apáticos. Para decirlo en el lenguaje que usan los partidos: “la dirigencia de base estaba parqueada”.
Para todos los sectores del Sí, era claro que la capacidad de organización y de movilización de las Cámaras, de las empresas, de los estudiantes, etc, era limitada y que esa era la tarea principal de los partidos.
También estaba claro que la capacidad del ML, del PUSC legislativo y del Partido Unión Nacional era también muy limitada. Había consenso que el PLN era el llamado a asumir lo fundamental del trabajo. Pero la dirigencia de base del PLN no daba mayores muestras de interés o de participación efectiva. La apatía no se limitó solo a los dirigentes de base, incluso, fueron muy pocos los diputados del PLN que asumieron una actitud visible y beligerante. De hecho, en lo fundamental, fueron las diputadas del PLN las que “se echaron al equipo al hombro”. (Mayi Antillón, Maureen Ballestero, Janinna del Vecchio, etc).
Si la ratificación del TLC fue un tema central de la campaña electoral de Arias, y si, una vez en la Presidencia, lo convirtió en su tema central de gobierno, ¿cómo explicar esta conducta del PLN?
Lo que se afirmaba ampliamente era que la causa de esa conducta en los partidos, pero especialmente en el PLN, es que, como no se trataba de una campaña presidencial, “no había oro al final del arco iris”.
Es decir, la dirigencia y muchos diputados no veían ninguna ganancia directa de su participación activa en el referendo.
Esa pasividad de la dirigencia provocó verdadera indignación entre los principales jerarcas del gobierno; así como entre muchos otros de quienes nos involucramos en el referendo sin esperar ni pedir nada a cambio.
La chispa que encendió la mecha que llevó a Casas y a Sánchez a escribir el correo electrónico fue un desagradable incidente aislado con algunos opositores del TLC; pero la pólvora que esperaba explotar fue la indignación y la frustración que se acumulaba en numerosos jerarcas del gobierno (y entre casi todos los sectores del Sí) ante la situación descrita.
A esa apatía entre partidarios del TLC dentro del PLN, súmele el hecho de que connotados dirigentes de ese partido fueron fervientes opositores del TLC. Entre ellos, cabe mencionar a un Ex Presidente de la República --Luis Alberto Monge-- y a dos ex candidatos a la presidencia: José Miguel Corrales y Rolando Araya. Un exdiputado del PLN, Oscar Campos, fue uno de los más conspicuos opositores del TLC.
Pero, mientras la dirigencia de base del PLN permanecía “parqueada”, ¿qué pasaba con las organizaciones de la sociedad civil?
Me atrevo a afirmar que la convocatoria a referendo inyectó una dosis de entusiasmo cívico y de participación ciudadana como no se veía en Costa Rica, quizá desde la década de los 40.
Hubo una verdadera explosión de interés de las más diversas organizaciones de la sociedad, y de ciudadanos individuales, por conocer sobre el TLC.
La Alianza Ciudadana por el Sí fue literalmente abrumada con pedidos de parte de organizaciones comunales, universidades, iglesias, organizaciones ambientalistas y de derechos humanos, de empresas pequeñas, medianas y grandes, solidaristas, etc. para que mandáramos a conferencistas, ya sea para dar charlas, para participar en debates con gente del NO o para capacitar a gente sobre lo esencial del TLC.
Pedidos similares nos llegaban de parte de programas radiales y, sobretodo en el último mes, de parte de las principales televisoras.
En un principio nos resultó extremadamente difícil organizarnos para responder a esas demandas. Entre Junio y Julio, muchos de los debates finalmente se hacían únicamente con gente del NO, porque no teníamos gente suficientemente capacitada para ir en representación del Sí.
Bajo la coordinación de Gonzalo Cubero, la comisión encargada de los conferencistas/panelistas pudo realizar un esfuerzo verdaderamente titánico y ya para agosto la Alianza tenía presencia en prácticamente todas las actividades a las que se nos invitaba en todo el país. Incluso, pudimos pasar de simplemente responder a invitaciones, a tomar la iniciativa y organizar nosotros mismos actividades.
Una labor igualmente intensa en capacitar a personas para defender al TLC realizaron las Cámaras de Comercio y la de Industria.
La labor de la Alianza, junto a esas dos Cámaras, superó en mucho (¡pero en mucho!) el trabajo hecho por los partidos políticos favorables al TLC en la capacitación de gente para que promovieran y defendieran el TLC.
Mención aparte y especial merece la extraordinaria labor desarrollada por “los técnicos” del Ministerio de Comercio Exterior (COMEX).

DE TECNICOS A ACTIVISTAS
Hasta que se convocó el referendo, el TLC había sido un documento conocido únicamente por un ínfimo grupo de técnicos de COMEX, quienes participaron en su negociación, y por otro reducido grupo de miembros de algunas organizaciones interesadas en temas particulares de la negociación; como las diversas cámaras empresariales. Y finalmente, por otro reducido grupo formado por los partidos y sus diputados y sus asesores.
En definitiva, cuando se convocó el referendo, solo un puñado de personas tenía algún conocimiento mínimamente aceptable del TLC.
Por otra parte, y en este contexto de ignorancia sobre lo que decía o no decía el TLC, comenzó a divulgarse información que, como bola de nieve, fue creciendo y creciendo, hasta adquirir proporciones nacionales. Esta información, puesta a circular por infinidad de organizaciones, grupos y personas del NO, tenía el evidente propósito de generar rechazo al TLC mediante la generación de miedo entre la población.
Entre otras cosas, se afirmaba que con el TLC, como se indicó más arriba, se privatizaría la CCSS, se privatizaría el agua, se dejarían de pagar los aguinaldos, tendríamos que enviar guardias civiles a la guerra en Irak; se legalizaría el comercio de armas de guerra, de cocaína y de órganos humanos, así como la importación de plutonio; los campesinos irían a la cárcel si no pagaban por el uso de semillas, se suspendería la financiación del Cuerpo de Bomberos; dejaría de existir la legislación laboral y la ambiental mientras que todo quedaba sujeto a los intereses de los inversionistas extranjeros, etc.
Es decir, la necesidad de dar a conocer lo que en realidad decía el TLC, dar a conocer racionalmente las implicaciones de su aprobación o de su rechazo y desmentir la inmensa cantidad de falacias que circulaban se convirtió en una tarea de importancia estratégica para el Sí.
Y los únicos que estaban en condiciones de asumir de inmediato la pelea en las trincheras mientras que, simultáneamente, capacitaban al resto de las tropas para que se sumaran a la batalla, eran “los técnicos” de COMEX.
El trabajo que desplegaron fue épico. Preparados para negociar con otros técnicos temas de comercio internacional, de la noche a mañana se vieron convertidos –muy a su pesar y para su absoluta sorpresa y consternación- en verdaderos activistas políticos.
Pasaron de negociar técnicamente con sus pares en silenciosos salones de lujosos hoteles, a tener que debatir acaloradamente contra líderes políticos, académicos y sindicales, en salones comunales, iglesias, y estudios radiofónicos, a menudo abarrotados por un público hostil.
Y lo que resultaba aún más difícil y demandante, tenían que dejar de hablar como “técnicos” para que pudieran ser comprendidos por audiencias que exigían se les hablara en un lenguaje llano.
Y así como ellos nos capacitaron a muchos en los temas sustantivos del TLC, debieron ser, a su vez, capacitados en cómo debatir, cómo hablar en público y cómo hablar con los medios de prensa.
Personalmente colaboré en algunos de esos ejercicios de capacitación de los técnicos de COMEX que fueron conducidos por Edgar Mata en su empresa Ketchum-Comunicaciones Corporativas.
Entre los meses de Junio y Setiembre, los técnicos de COMEX, apoyados por la Viceministra Amparo Pacheco y por el Ministro Marco Vinicio Ruiz, recorrieron el país de costa a costa y de frontera a frontera.
Como lección, cabe que COMEX en negociaciones de futuros tratados, considere seriamente generar un flujo de información “sencilla, no técnica y dirigida al de a pie”, para evitar que en torno a un tratado exista semejante vacío de información confiable y fidedigna; vacío que, a no dudar, facilitó que fuera llenado con las innumerables falacias que circularon en aquellos meses previos al referendo.
El TSE y El ESTADO DE LA NACION
El TSE encargó al Estado de la Nación que hiciera un resumen del TLC, que sería publicado a manera de inserto en diversos diarios nacionales.
El propósito era el de ofrecer a los ciudadanos información imparcial que les ayudara a formarse su propia opinión con relación al TLC.
Pero además, el TSE pidió que el documento de resumen incluyera además una sección que permitiera al Sí y al NO expresar sus respectivos puntos de vista en torno a los temas de mayor controversia.
La Alianza Ciudadana designó a dos personas, mientras que el gobierno a otra para que los tres formaran el equipo que asumiría la tarea de formular las posiciones del Sí con relación a los temas controversiales. Ese equipo estuvo integrado por Franco Pacheco en representación de UCCAEP, por Miguel Martí en representación de la Alianza, y por la Vice-ministra de Comercio Exterior, Amparo Pacheco.
Este equipo, apoyado por técnicos de COMEX, trabajó sin problemas internos. Se formulaban las propuestas de posición; éstas se consultaban con los principales dirigentes del movimiento y los textos se presentaban al Estado de la Nación.
Una situación radicalmente distinta vivimos con nuestra contraparte en el NO. Entre ellos resultó extremadamente difícil la toma de decisiones. Solo para aprobar los mecanismos y la metodología para definir los temas controversiales, como para después aprobar las directrices que regirían la redacción de los textos, les tomó varios meses.
Una de esas reglas decía que cualquier afirmación que se hiciera con relación a un tema controversial, debía indicar claramente y de manera literal, su fundamento en el texto mismo del TLC. Otra regla permitía a una parte calificar como “falaz” el argumento de la otra parte, cuando consideraba que no estaba sustentada claramente en el texto del TLC. En ese caso, la parte cuestionada tenía la oportunidad de modificar su contenido, o mantenerlo como estaba. Pero también todos aprobamos una última instancia, en la que un panel de expertos independientes, designado por el Estado de la Nación, podía determinar que se colocara la palabra “falaz” a la par de un texto que fuera así considerado por ellos, y así ser publicado.
De nuevo, las dificultades internas en el NO prácticamente imposibilitaron que ellos aprobaran internamente la constitución del Panel de Expertos.
Por otra parte, una vez que presentaron sus textos relativos a las controversias, el Sí calificó como falaces a prácticamente todos ellos.
Tenemos entonces que el proceso llegó a una situación en la que casi la totalidad de las posiciones del NO fueron cuestionadas por el Sí como carentes de fundamento en el texto del TLC; mientras que se hacía prácticamente imposible nombrar el panel de expertos independientes, que iría a decidir si en realidad los argumentos de uno u otro eran falaces.
Pero, debido a las grandes dificultades internas del NO para alcanzar posiciones de consenso entre ellos, se había consumido demasiado tiempo en el desarrollo del proceso y se agotaba el tiempo para publicar el documento.
Finalmente, y ya con el plazo de vencimiento encima, el NO propuso que simplemente cada parte publicara su posición tal cual; sin la evaluación de las mismas por parte de un panel de expertos.
El Sí rechazó esta propuesta, señalando, por una parte, que violaría las reglas que ya todos habíamos aceptado de antemano, y, por la otra, que no permitiríamos que aparecieran sus falacias publicadas en un documento que tendría la firma del TSE, porque ello podría transmitir a la ciudadanía la imagen de que eran avaladas por el tribunal.
Dado todo lo anterior, el proceso fracasó, en lo relativo a presentar a la ciudadanía las posiciones de ambos bandos con relación a las principales controversias. Solo se imprimió y distribuyó el resumen del TLC, hecho por el Estado de la Nación.
La no publicación de la posiciones del NO con relación a esas controversias, llevó a varias de las organizaciones opositoras al TLC a atacar fuertemente al Estado de la Nación.


EL PAPEL DE INTERNET Y LOS MEDIOS DIGITALES
Aunque ya se utilizó en campañas presidenciales, creo que es con el Referendo cuando, por primera vez en la historia política de Costa Rica, en verdad irrumpe Internet como un medio de comunicación de formidable impacto. (En menor medida también vivimos el uso intensivo de envíos de mensajes de texto a través de teléfonos celulares; pero lo esencial fue Internet).
Creo que el fenómeno que vivimos durante el referendo, puede marcar el inicio de una nueva etapa en las relaciones e interrelaciones, entre gobierno, partidos, empresas y sociedad civil. Sin duda, marca un cambio cualitativo en los mecanismos de participación ciudadana, y hasta en cómo definir o entender, la participación ciudadana.
La gran intensidad con que se usó internet, y el impacto que su uso tuvo en la participación de todos los involucrados, fue posible porque se trató, precisamente, de un referendo; es decir, de un proceso político no limitado exclusivamente a la acción de partidos políticos, sino que permite y estimula la participación de todos los componentes de la sociedad, desde individuos a título personal; hasta cámaras empresariales, pasando por sindicatos, ONGs, y partidos políticos; sin dejar por fuera a académicos y artistas.
Antes de internet, solo unas pocas organizaciones tenían la fuerza económica para poder pagar el uso de medios masivos de comunicación. Internet transforma radicalmente esa situación.
A un costo que en muchos casos pudo ser cercano a cero; cualquier persona u organización que decidió participar, encontró un medio que le permitió hacer llegar su punto de vista o mensaje a amplias audiencias.
A través del correo electrónico, de YouTube, de blogs y de chats y del envío de mensajes de texto, cientos –sino miles- de personas y organizaciones de la más variada índole, esparcieron sus mensajes por el ciberespacio, a millares de costarricenses; ya sea a favor o en contra del TLC.
Si bien es cierto que la mayoría de los costarricenses aún no tienen acceso a internet; también es cierto que quienes sí lo tienen son, a su vez, los de mayor educación y de mayor capacidad de organización. Aunque su penetración es cuantitativamente pequeña; su penetración cualitativa es ya enorme. Por eso entiendo que internet ya es un medio que impacta de manera significativa a los principales actores de la vida democrática del país.
La Alianza desplegó un trabajo muy intenso en Internet; tuvimos claro que la batalla también se daría en el ciberespacio. Se definió un equipo de trabajo que fue coordinado por Alejandro Trejos, que pudo generar los mensajes con el contenido y la forma que los cibernautas demandan de manera creciente.
Este es un fenómeno muy nuevo y poco conocido. El ciberespacio es un espacio muy ocupado por jóvenes. Para que los mensajes sean realmente eficaces, los formatos y los lenguajes en el ciberespacio deben adecuarse a las características de esta herramienta. Alejandro Trejos y su equipo de “cibernerds” pudieron desplegar un trabajo enorme que permitió al Sí ocupar un importante “territorio” del ciberespacio, que hasta entonces era ocupado de manera abrumadora por el NO.
Sin embargo, cuando decimos que ese espacio era ocupado por el NO, no quiere decir que era ocupado por una sola organización. Más bien, ese espacio lo ocupaban innumerables mensajes que propugnaban el rechazo al TLC, emitidos por innumerables organizaciones e individuos.
Algo similar ocurrió con el Sí. Ciertamente la Alianza tuvo una enorme participación a través del equipo de Alejandro Trejos; pero también fueron innumerables los mensajes que se hicieron circular por el ciberespacio por organizaciones e individuos favorables al TLC.
Será muy interesante analizar qué ocurrirá en el ciberespacio durante la próxima campaña electoral en el 2010. O más en general, será interesante estudiar el comportamiento y el impacto de muchísimas voces que ya circulan en el ciberespacio -y de otras más que circularán- en la vida cotidiana de nuestra democracia.
¿Las tradicionales dirigencias partidarias estarán en proceso de ser sustituídas por blogs y por chats; por correos electrónicos, por mensajes SMS y por videos en YouTube?
EL DESENLACE
Por todo lo dicho, puede ya el lector palpar que el referendo fue una intensa “batalla cívica”, pero que en vez de ser peleada por dos ejércitos claramente disciplinados, movidos por una estrategia y guiados por una clara cadena de mando, fue más bien peleada en innumerables escaramuzas y emboscadas por parte de grupos irregulares, algunos más grandes, otros más pequeños, y casi sin ninguna verdadera coordinación efectiva entre ellos.
Me atrevo a afirmar que así como los mecanismos tradicionales de la democracia representativa fueron inoperantes para sacar al país del impasse en que lo sumió la discusión del TLC, también fueron inoperantes los partidos políticos –todos ellos- durante el proceso de referendo.
El referendo fue, ante todo, el resultado de la puesta en movimiento de las más diversas organizaciones de la sociedad civil; desde cámaras empresariales hasta sindicatos del sector público. El referendo mostró, simultáneamente, el creciente colapso de la clase política y de sus partidos, y el creciente impacto de las organizaciones de la sociedad civil que tienden a “puentear” a los partidos, y buscan una interrelación cada vez más directa con el Estado.
Desde ese contexto, coincido en que sí se puede decir que durante el referendo se expresó en Costa Rica lo que Tarrow denomina “contentious politics”, entendida como: “contentious politics occurs when ordinary people, often in league with more influential citizens, join forces in confrontations with elites, authorities, and opponents…”.
Pero creo necesario hacer una aclaración. Esa definición hace pensar en un movimiento de “los de abajo” contra “los de arriba” (gente ordinaria contra elites). Creo que el referendo en Costa Rica lleva la “contentious politics” más allá de esa dicotomía; en el sentido de que “gente ordinaria” se movilizó en todo tipo de organizaciones ya sea para apoyar el Sí o para apoyar el NO.
No se trató de “gente ordinaria contra elites”, se trató de gente ordinaria que cruzaba todo el espectro social en el Sí, que enfrentó cívicamente a gente ordinaria que también cruzaba todo el espectro social en el NO.
Creo que sería erróneo –y haría que se pierda la increíble riqueza social y humana que se expresó en el referendo- pretender imponer dicotomías ya superadas por la realidad para analizar el proceso. No fue de ricos contra pobres, ni fue de izquierda contra derecha; ni fue campo contra ciudad; ni de empresarios contra sindicatos. Ni del PAC contra el PLN. Fue mucho más que todo eso.
Pero, -debo admitir- me resulta en extremo difícil poder definir exactamente qué fue; como no sea decir que fue un movimiento profundamente democrático que tuvo a los ciudadanos –a título individual, o como parte de alguna organización (ONG, partido político, cámara empresarial, universidad pública, sindicato público, organización solidarista, etc.) como el principal actor del proceso. En retrospectiva, me maravillo de ver cómo Costa Rica, ante un tema que la dividió profundamente, pudo resolver de manera pacífica y siguiendo cauces institucionales sus diferencias.
La sociedad civil y las instituciones son las grandes ganadoras. Los partidos políticos y los mecanismos tradicionales de representación son los grandes perdedores.
La Alianza Ciudadana por el Sí, fue exactamente eso: una organización múltiple, heterogénea, contradictoria, y muchas veces caótica, que, no obstante, cumplió su papel como espacio de encuentro de las más diversas organizaciones, con intereses a menudo distintos y hasta en conflicto, que tuvieron una sola cosa en común: coincidir en que la aprobación del TLC era lo mejor para que el país pudiera seguir prosperando.
Una estrecha mayoría de costarricenses también sintió que en el TLC hay más oportunidad que amenaza. Pero no llegó a esa conclusión porque recibió mensajes claros de parte del Sí. Esa mayoría de costarricenses llegó a esa conclusión por sí mismo, como mejor pudo, quizá más por instinto y por intuición, que por raciocinio.
Pero lo que sí hizo la Alianza Ciudadana por el Sí, fue estimular participación, ofrecer un espacio de encuentro, llamar a la batalla, y provocar entusiasmo. En definitiva, toda la energía que la Alianza ayudó a movilizar no se la puede encasillar diciendo que fue un respaldo a Arias; o que expresó intereses empresariales, o que benefició al PLN o al PUSC legislativo. Fue, por usar esos términos académicos, a la vez causa y efecto de “contentious politics”.
Al analizar la revuelta de Mayo del 68 en París, un intelectual francés señaló que ella marcaba la superación del concepto de “clase”. En su lugar, calificó lo ocurrido como resultado de un movimiento de “multitudes”.
Algo similar puede decirse del primer referendo en la historia de Costa Rica: fue un movimiento cívico de multitudes.
Será intesante ver en el futuro qué cauce toman las aguas cívicas que el referendo sacó a flote.


















[1] Cabe destacar que poco después de aprobado el TLC se inició la negociación de ingreso de República Dominica al acuerdo, que se concretó en agosto del 2004 y ese fue el texto que se envió a conocimiento de los respectivos poderes legislativos.
[2] Ese nombre se da a las leyes que aprueban o modificar normativa para cumplir con los compromisos suscritos en el TLC.
[3] Se debe tener en cuenta que tanto en la Administración Arias, como en la anterior Administración Pacheco, la Asamblea Legislativa contó con los votos necesarios para aprobar el TLC.
[4] La Ley sobre regulación del referéndum establece tres modalidades de referéndum: por iniciativa ciudadana; por iniciativa de la Asamblea Legislativa, convocada por 38 diputados; o por iniciativa del Poder Ejecutivo, convocada por la Presidencia junto con 29 diputados.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Acuerdos o Sentencias

Acuerdos o Sentencias

Miguel Martí

El término “pólitica” viene de la antigua Grecia. Su raíz es la palabra “polis” que en griego quiere decir “ciudad”. Así, “política” es la actividad que se desarrolla para buscar mejores formas de convivencia; para mejorar la vida colectiva en la ciudad.

En su sentido más profundo, política es la actividad mediante la cual un conglomerado humano en conjunto sueña y visualiza un país mejor y una vez desarrollada esa visión, toma las decisiones necesarias para hacerla realidad.

Pero la construcción colectiva de esa visión es complicada. Existen intereses diversos y hasta contrapuestos. La política se ejerce a través de la tiranía cuando un solo grupo impone su visión al resto. La política se ejerce a través de la democracia cuando la visión colectiva que emerge es el resultado de acuerdos tomados entre todas las partes. La herramienta para lograr esos acuerdos es la negociación.

Con profunda preocupación debemos admitir que en Costa Rica no solo se ha debilitado la política en su sentido esencial de visualizar un país posible, sino también que se está debilitando el instrumento principal de la política, que es la negociación y la búsqueda de acuerdos.

Lo clave de la política es que distintos grupos con intereses diversos, negocian todos de buena fe. Producto de esa negociación cada quien pierde un poquito y cada quien gana un poquito. Pero al final, cada quien siente que ganó más de lo que perdió.

En nuestro país se ha debilitado la esencia de la política. Por una parte porque, debido a procesos de negociación opacos y no transparentes ocurridos en el pasado, -que nuestra jerga bautizó como “pactos”—se satanizó, no el proceso equivocado particular en cuestión; sino el concepto mismo de la negociación política.

Aunque parezca increíble, empezó a cundir la sensación de que “pactar” es negativo; que negociar acuerdos es contrario a la política. Cada quien adopta una posición y, como en la Primera Guerra Mundial, cava su trinchera y se queda peleando en y desde ella.
El resultado previsible de ese curso de acción es, como ocurrió en las trincheras europeas, el estancamiento y la parálisis. Todos se neutralizan mutuamente.

El mecanismo que desde hace más de una década se viene dando en nuestro país para romper el empate es el acudir a la Sala IV. O sea, estamos “judicializando la política”.

Pero lo propio del Poder Judicial no es la negociación: es la sentencia. El Poder Judicial dicta sentencia. Y cuando se dicta sentencia, alguien gana y alguien pierde. Si cada vez judicializamos más la política, entonces cada vez más lo que habrá en Costa Rica son ganadores y perdedores y –créanme- los perdedores empiezan a acumular rabia y acumular presión.

La otra cara de la moneda de judicializar la política, es que entonces empieza a sentirse la necesidad de politizar lo judicial, porque si, en definitiva, las grandes decisiones políticas de Costa Rica se van a tomar en la Sala Cuarta, entonces empieza a ser un imperativo político tener a “mí” magistrado en la Sala Cuarta.

Esa es la interrelación que ya se está creando en nuestro país. Necesitamos salirnos de esta dinámica; necesitamos establecer mejor cuál es el ámbito de la Sala Cuarta y recuperar el ámbito de la política, el ámbito de la negociación, de la discusión, que finalmente culmina en acuerdos.

Pero eso sí, no se toma la discusión y la negociación como una herramienta para posponer al infinito la toma de la decisión, como nos está pasando ahora. Esta dinámica perversa de la Vieja Política se expresa en el Reglamento Legislativo. Su reforma debe ser la primera prioridad para relanzar una Nueva Política.

En la Nueva Política, los ciudadanos debemos valorar a los partidos y a sus líderes, por su capacidad de proponer una visión de país posible; por su voluntad y su excelencia en negociar de manera transparente el logro de acuerdos y por su determinación y coherencia a la hora de poner en práctica los acuerdos alcanzados; y no tanto por su (hasta ahora) respetuosa resignación ante las sentencias dictadas.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Mayo del 68: la felicidad al poder

Mayo del 68

El año de 1968 fue extraordinario. Ocurrió la ofensiva Tet en Viet Nam, la primavera de Praga, los asesinatos de Martin Luther King y de Robert Kennedy, la protesta de John Carlos y Tommie Smith al recibir sus medallas olímpicas en México; la matanza de Tlatelolco.
Pero lo que más perdura en el imaginario colectivo es la revuelta estudiantil ocurrida en París, en Mayo del 68: 40 años después su impacto sigue vigente y sus reivindicaciones quizá son más urgentes hoy que entonces.
¿Qué fue Mayo del 68? Algunos, incluso en la actualidad, tratan de presentarlo como un estallido anticapitalista y, por ende, como un movimiento “revolucionario” pro-socialista. Nada más alejado de la realidad. Sin duda fue “revolucionario”, pero en un sentido distinto al definido por la política y la ideología. El 11 de mayo, el mismísimo Herbert Marcuse, quien es considerado como inspirador filosófico del Mayo del 68, declaraba en París: “las sociedades socialistas, tal como existen, no me parecen ser cualitativamente distintas que las sociedades capitalistas.” Y por su parte, Daniel Cohn-Bendit, principal líder estudiantil, en un acto en La Sorbona el 9 de Mayo del 68 acusaba al intelectual comunista Louis Aragon de ser “un crápula estalinista”.
Para quien todavía acude a las dicotomías le decimos que Mayo del 68 no fue ni de comunistas contra capitalistas; ni de obreros contra burgueses. Si alguna dicotomía vale para entender Mayo del 68, es la siguiente: “Juventud/Libertad” versus “Adultos/Autoridad”.
Fue la revuelta de una generación que finalmente, en las barricadas de París, declaró al mundo que los hijos ya no vivirían como sus padres. De hecho, lo que inició la revuelta fue una protesta en la Universidad de Nanterre en la que estudiantes demandan, no la revolución socialista o la abolición de la propiedad privada, sino su derecho a pasar la noche en el dormitorio de las mujeres.
El slogan que se convirtió en el símbolo de la protesta, el que inspiró a millares en París, y luego en muchas partes del mundo, fue: “Se prohíbe prohibir”. No fue una revolución contra el sistema, sino una revuelta contra sus jerarquías y sus sistemas de autoridad, ya sea en la fábrica, en el aula o en la familia.
Como lo escribió entonces Raoul Vaneigem, “no queremos un mundo donde tener la certeza de no morir de hambre, se obtiene a cambio del riesgo de morir de aburrimiento”. De hecho, se decretó que “el aburrimiento es contrarrevolucionario.”
George Marbeck, entonces editor del diario “¿Qué queremos? ¡Todo!”; escribió: “toda una generación afirmó su deseo de cambiar, no el sistema, sino la vida, de reinventar el amor; que cada quien pueda dar rienda suelta a sus fantasías y a sus éxtasis; vivir plenamente la multiplicidad de nuestros deseos, para que nuestra vida cotidiana no sea esa lenta agonía que la civilización de la bomba atómica, del plástico y de la Coca-Cola nos imponen como modelo de existencia”.
Mayo del 68 es un movimiento contestatario, que cuestiona la moral, las relaciones patriarcales, las costumbres aceptadas. Reivindica el “placer” y “el deseo” como categorías social y moralmente aceptables. Rechaza la represión política, ideológica y sexual. Proclama la legitimidad de las diferencias y la tolerancia a todas las formas de vida; y en ese sentido, incluyó temas como el aborto, la píldora anticonceptiva, el feminismo, y el homosexualismo.
Como lo dice el filósofo Antonio Neri, el 68 marca la superación de los conceptos de “masa” y de “clase”. Se trató de un “movimiento de multitudes”. “La multitud –explica- es un conjunto mayor que la clase obrera, también es estudiantil, feminista, y de inmigrantes, es móvil y flexible, y está determinado por el placer de vivir y por un regocijo con la libertad”.
Mayo del 68 marca el fin de la clase obrera como “motor de la revolución” en las sociedades industriales capitalistas desarrolladas.
Si queremos señalar a inspiradores del movimiento, debemos mencionar a Wilhem Reich, a Simone de Beauvoir, a Mary Quant (inventora de la minifalda) a Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Bob Dylan, Yoko Ono y John Lennon; a los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari, entre muchos.
Pero en definitiva, el mismo Cohn-Bendit aún afirma, que ni él ni nadie había leído a Marcuse. El movimiento no tuvo a un solo inspirador, fue un estallido espontáneo contra una sociedad cuyas costumbres y normas morales oprimen al ser humano y le impiden ser feliz.
Como lo dijo el filósofo Guy Debord en aquellos días: “Hay que destituir de su primacía indebidamente afirmada, los valores del trabajo, la producción y el consumo; para celebrar el juego, la fiesta y la alegría”
Por eso Mayo del 68 sigue vigente; porque su llamado en favor de la libertad y de la felicidad seguirá por siempre resonando, recordándonos que es hermoso y moralmente aceptable que cada individuo asuma con alegría su primera y fundamental responsabilidad: ser feliz.

sábado, 20 de septiembre de 2008

A Propósito de la actual crisis financiera en USA

En Noviembre de 1999, participé en una mesa redonda sobre la globalización junto a Fernando Naranjo y Claudio Anzorena.
A propósito de la actual crisis financiera en USA, creo oportuno recordar lo que manifesté en aquella ocasión.


POLITICA Y GLOBALIZACION




La Inglaterra de mediados del siglo XVIII fue el escenario de un profundo experimento de ingeniería social: liberar la actividad económica de todo control político y social. Se hizo creando una nueva institución: el libre mercado.

Poco mas de un siglo después de nuevo está planteado ese objetivo; pero ahora a una escala planetaria.

Bajo Reagan y Thatcher se inició el nuevo intento por emancipar la economía de sus matrices políticas, culturales y sociales. Según el llamado “consenso de Washington”, un capitalismo global, con gobiernos mínimos y mercados libres, sería adoptado en todo el mundo; la multiplicidad de sistemas económicos y culturales sería redundante y todos se fusionarían en un solo y universal mercado libre global.

La belle epoque del laissez faire, de 1870 a 1914, términó trágicamente en las trincheras de la Primera Guerra Mundial.

Ahora, de nuevo, el intento de crear mercados que se han de colocar por encima de las condiciones sociales, por encima del control político e ignorando las diferencias culturales, está resultando en situaciones de colapso social, inestabilidad política y fragilidad económica a escala planetaria.

Nada muestra mejor los efectos de un capitalismo desbocado, sin controles democráticos que solo se construyen, se legitiman y se implementan a través de la acción política, que el caso de los mercados financieros.

En los últimos 20 años 125 países han sufrido al menos una crisis bancaria seria. Mas de la mitad de esos casos corresponden a países en desarrollo donde la totalidad del sistema bancario quedó prácticamente insolvente. Y en mas de una docena de casos, resolver el problema costó mas de una décima parte del ingreso nacional anual del país respectivo.

En estas crisis colapsan el valor de los activos y de las monedas. La economía se hunde en recesión, la riqueza se evapora, millones de empleos se pierden y la pobreza así como la deserción escolar se catapultan.

Por otra parte, en Inglaterra, al final de la era Thatcher, en uno de cada 5 hogares, no había ni una sola persona con empleo, representando una magnitud de exclusión social desconocida en cualquier otro país de Europa Occidental, pero muy conocida en Estados Unidos.

El nuevo experimento de nuestros días, paradójicamente, es un intento por legitimar, a través de instituciones democráticas, severas limitaciones al ámbito y al contenido del control democrático sobre la vida económica.

Sin embargo y a pesar del formidable aparato ideológico usado para legitimar ese intento, incluyendo a organismos multilaterales como el Banco Mundial, el FMI y mas recientemente a la OMC, ese tipo de capitalismo solo se aplica en tres mercados del mundo: Estados Unidos, Gran Bretaña y Nueva Zelanda. Y en dos de esos, Estados Unidos y Gran Bretaña, ya está en plena revisión.

En Japón, Singapur, Corea del Sur, Francia y ciertamente en la Alemania del capitalismo social, el modelo neoliberal de libre mercado reaganiano y thatcheriano no se ha aplicado, o solo se ha aplicado parcialmente.

Como lo dice John Gray, “el libre mercado es una singularidad anglosajona. En Europa, solo llegó a existir en Inglaterra. Los países de la europa continental son economías de mercado; pero no son sociedades de mercado, y siguen así hasta nuestros días”.

Sin embargo, quienes persisten en imponer la idea de un libre mercado a escala global emancipado de la política y de las demandas sociales de cohesión y estabilidad, insisten en la noción de que el marco legal que lo define debe ubicarse mas allá o por encima de cualquier legislatura democrática.

Por ello, la realidad de los mercados globales al concluir el siglo XX es que son prácticamente ingobernables, ya sea por estados nacionales o por las corporaciones transnacionales; muchísimo menos por los ciudadanos.

Contrario a lo que los apologistas del libre mercado global sostienen, a saber, que el estado nación está en vías de extinción, estos mas bien tenderán a fortalecerse en la medida en que cada vez se hace mas fuerte la demanda de sus ciudadanos de que se les brinde protección y abrigo ante la inestabilidad de los mercados globales.

La globalización económica está atrapada en una paradoja: necesita de los gobiernos para hacerla efectiva; pero en la medida en que es efectiva debilita la legitimidad de esos mismos gobiernos, crea una sensación de creciente inseguridad entre los ciudadanos y estos, a su vez, demandan protección de sus gobiernos. Y estos, para mantener al menos un mínimo de legitimidad política y de cohesión social, deben poner límites a la velocidad, al ámbito y a la profundidad de su apertura y vinculación al mercado global.

Como lo dice George Soros “se habla mucho de imponer disciplina de mercado, pero si imponer disciplina de mercado significa imponer inestabilidad, ¿cuánta inestabilidad puede asumir la sociedad?”.

Y continúa: “Si a las fuerzas del mercado se les concede una autoridad completa, incluso en los campos puramente económicos y financieros, producen caos, y podrían desembocar, en última instancia, en el desmoronamiento del sistema capitalista global”.

Y agrega Soros: “ el fundamentalismo del mercado pretende abolir la toma de decisiones colectivas e imponer la supremacía de los valores del mercado sobre todos los valores políticos y sociales. La promoción del interés personal a la categoría de principio moral ha corrompido a la política, y el fracaso de la política se ha convertido en el argumento mas poderoso en favor de conceder a los mercados aún mas carta blanca”.

Es decir, el actual curso es insostenible y conduce al desastre. Tenemos una economía global sin tener una sociedad global. Soros sostiene que para regular y estabilizar una economía verdaderamente global es necesario algún sistema global de toma de decisiones políticas. Y este sistema, añadimos nosotros, debe descansar, a su vez, en sistemas políticos viables y funcionales a nivel del estado nación.

Esta idea fue planteada durante el XX Congreso de la Internacional Socialista en Nueva York en 1996 cuando se propuso la creación de un Consejo de Seguridad Económica; y fue reafirmada durante el XXI congreso efectuado en París a principios de noviembre de 1999.

En ese Congreso, Lionel Jospin, expresó: “aceptamos que vivimos en economías de mercado; pero no aceptamos que tenemos que vivir en sociedades de mercado. El mercado no es un valor, es solo un instrumento. Debe ser regulado; debe permanecer al servicio de la sociedad. Por sí mismo, el mercado no genera ni sentido, ni dirección, ni proyecto. El mercado no borra las exigencias del contrato social. Es la sociedad de los ciudadanos la que, a través de la deliberación y de la política, instituye y escoge sus valores”.

En la Declaración de París se postula “la primacía de la política para dar respuestas a los desafíos de la globalización. La gobernabilidad de la globalización exige de nosotros el mejoramiento y el reforzamiento de la política; de la calidad y la extensión de la participación democrática en todos los niveles; desde el local, el nacional y el regional, hasta la comunidad internacional”.

En conclusión; la política, es decir, la participación democrática de los ciudadanos en la toma de decisiones, no solo no es un obstáculo para la globalización de los mercados, sino que es su condición de sostenibilidad y de legitimidad.

Si la globalización del mercado es portadora de la promesa de mayor riqueza; solo será a través de la política que ello se hará en un marco de justicia social, de respeto al medio ambiente, de preservación de las diversidades culturales y de la democracia.

No olvidemos que el sujeto de la globalización no es el mercado; son los sujetos, las personas de carne y hueso. Y sus aspiraciones y sueños solo se articulan en el espacio político. Si la globalización no satisface esas aspiraciones, las personas, políticamente organizadas, optarán por otras vías.